Dice que aquí cuentan con una colaboración del Estado que es impensable en otros países del mundo.
En su primera visita a Colombia, el suizo Peter Maurer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), destacó la importancia de la presencia del organismo humanitario en el país y dijo que esta seguirá siendo relevante, incluso si el Gobierno firma un acuerdo de paz con las Farc.
Maurer, que se reunió el martes con el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, visitó al Putumayo y destacó la cooperación de su organización con el Ministerio de Defensa y el Ejército en materia de capacitación y aplicación del Derecho Internacional Humanitario (DIH).
¿Qué representa la operación en Colombia en el panorama global del CICR?
Es la operación más grande en América Latina y la décima o decimoprimera en el mundo. Pero los números no te dicen la verdad acerca de su importancia. En Colombia hallamos un extraordinario acceso. En muchos otros conflictos nos ves luchando con los gobiernos por obtener acceso. Aquí no, y eso nos permite interactuar de otra manera y que mucho de lo que hacemos en Colombia sea un ejemplo, un modelo de cómo deberíamos interactuar con otros gobiernos y actores armados no estatales en otras partes del mundo.
¿Está conforme el CICR con el marco legal colombiano en temas de derecho humanitario?
No conozco ningún país en el mundo que no tenga problemas para implementar buenas políticas en el terreno. No es algo del mundo desarrollado o en desarrollo, del este o el oeste, del norte o del sur. Es, en general, un gran problema. Me parece que en Colombia existe el ambiente, al menos la voluntad, de atar cabos y llegar al final. En muchos otros países tenemos una ausencia de voluntad política, pero ese no es el caso en Colombia. El resto es trabajo duro, para el CICR, claro, pero también para Colombia. Queremos apoyar a todos esos actores que trabajan para cerrar la brecha entre las buenas intenciones y la realidad.
¿Está superado el ‘impasse’ por el uso del emblema del CICR durante la Operación Jaque?
Como en tantas partes del mundo, hay un momento en que se ha dicho todo lo que necesita ser dicho y hay que avanzar. Mi impresión es que estamos en ese punto.
Supongamos que los diálogos en La Habana llegan a término y se firma un acuerdo de paz. ¿Será necesaria la presencia del CICR en Colombia después de eso?
Una salida que ayude a disminuir el nivel de violencia es algo importante y ciertamente bienvenido. Pero, sea lo que sea que pase en el proceso político, creemos que no resolverá todos los asuntos humanitarios. Por eso, en mis conversaciones con el Gobierno colombiano he dicho que el CICR se propone permanecer en el país para monitorear de cerca la evolución de la situación, usar el espacio político y humanitario que tenemos para trabajar sobre necesidades puntuales. No puedo prever ahora con todo detalle cuáles serán, pero sí puedo decir que el CICR no ha estado aquí por décadas para partir apresuradamente cuando un proceso político permita firmar un acuerdo de paz. Estamos aquí porque estamos comprometidos a enfrentar las consecuencias humanitarias del uso de la violencia. Parte de esa violencia puede verse reducida con un proceso de paz, otra puede continuar, al menos por un tiempo. Lo único que sé es que vamos a monitorear de cerca cómo evoluciona, con precisión, el panorama de violencia y adaptaremos nuestro trabajo a esa evolución. El CICR trabaja en áreas que son cruciales, hoy y en el futuro: agua y sanidad, asistencia médica, nutrición, protección contra la violencia, todas son acciones fundamentales de nuestra organización.
Pareciera cada vez más común oír de ataques a personas o instalaciones de su organización. ¿Cuál es el impacto de esos ataques en sus políticas de seguridad?
En términos de nuestra filosofía de seguridad: ninguno. El CICR no usa protección armada, la protección en el terreno consiste en contactos con las partes para poder hacer nuestro trabajo (…) Probablemente somos la única organización -eso nos diferencia de la ONU, así como de muchas ONG- que confía su seguridad a los arreglos en el terreno con las partes combatientes. Siria es el ejemplo más ilustrativo: cuando tenemos un convoy de Damasco a Homs, negociamos el paso con cada grupo en ese camino.
¿En dónde va a ser más necesario el papel del CICR este año?
Siempre dudo con esa pregunta, porque depende del criterio. Si usted mira el número de personas sufriendo en el borde de la supervivencia, habría que mencionar al este de Congo, Somalia, el sur de Yemen y varias partes del Sahel. Si tomamos niveles de violencia, entonces mencionaría algunos de los anteriores, pero además Irak, Afganistán, Siria… Y hay otro ángulo, que es dónde se necesita al CICR por lo difícil que les resulta a otros llegar allí. Siria es un buen ejemplo, Somalia y el norte de Mali, en donde estamos relativamente solos. Y, para volver a Colombia, no es un secreto que el 2013 es un año de oportunidad, pero todo depende del curso de cómo evolucionen las cosas y, como dije antes, le daremos forma a nuestra respuesta humanitaria de acuerdo a las situaciones que se vayan presentando.
Crisis y ayuda humanitaria
¿Cómo ha afectado la crisis económica, concretamente en el primer mundo, a las donaciones que financian al CICR?
Reconocemos que en esta época los donantes tienen más dificultades para financiar operaciones. Al mismo tiempo, el CICR siempre ha logrado probarles a los donantes que somos una de las mejores organizaciones en cuanto al impacto real del dinero donado. Eso facilita mi trabajo para mantener el nivel de financiación. Así que a pesar de la crisis, el CICR ha podido hallar todo el dinero contemplado y no tenemos números rojos en nuestro presupuesto.
WILSON VEGA
Subeditor Internacional