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Espaldarazo fundamental

By 27 de enero de 2016No Comments

Que la ONU verifique el fin de la guerra es pavimentar el camino que conduce al acuerdo final.

Una nueva y poderosa razón para ser optimistas respecto a una inminente firma del acuerdo final con las Farc surgió el lunes. Se trata de la votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la que este se comprometió a verificar y vigilar el fin del conflicto armado en Colombia. Es la tercera novedad, muy positiva, que se registra en lo que va del año, si se suman el acuerdo para la verificación de la dejación de armas y el posible cese de hostilidades y la conformación de una comisión ejecutiva para acelerar el avance de la negociación.

En tiempos de tensa reconfiguración del mapa del poder en la geopolítica mundial, tal decisión contó con el respaldo los 15 Estados que actualmente integran dicho órgano, incluidos los cinco miembros permanentes y con derecho a veto: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido.


Con esto, no queda duda de que la comunidad internacional en pleno ve con buenos ojos el proceso, ni de que su avance no es inconveniente para nadie en el plano internacional. De ahí que el espaldarazo no encontrara oposición alguna. Un importante logro en el que, valga reconocerlo, tiene mucho que ver la buena gestión de la canciller María Ángela Holguín y de la embajadora ante la ONU, María Emma Mejía. Eso sí, la respuesta positiva unánime a la solicitud del Gobierno y las Farc trae implícito un compromiso.

Compromiso que toca a esa organización. Y aquí está la clave de la importancia del nuevo paso hacia la anhelada firma del acuerdo final. Conforme se han registrado progresos, las consecuencias de una ruptura han ido creciendo de manera tal vez silenciosa. Con este apoyo, nada menos que del organismo encargado de velar por la paz mundial, dicho costo aumenta considerablemente. A estas alturas, pararse de la mesa tendría para la guerrilla unas implicaciones muy serias, del mismo modo que, para ambas partes, el vincular a la ONU a través de este conducto conlleva también una obligación tácita de no disminuir el ritmo que se ha alcanzado. Esto último es otra repercusión positiva que tiene lo ocurrido el lunes en Nueva York, sede de la organización. El siguiente paso para que este actor entre a escena es lograr el acuerdo del cese bilateral de hostilidades.

Por lo pronto, hay que insistir en que su cumplimiento estará a cargo de una instancia de incuestionable legitimidad. El haberla escogido permitirá, entonces, reforzar tal legitimidad a nivel externo, pero también interno, de la negociación. Tiene además la virtud de que por esta vía es posible extender el aporte para que este no se limite al trabajo de verificación sino que incluya –más adelante– la construcción de paz, donde las Naciones Unidas podrán aportar conocimiento y recursos.

No sobra, por último, traer a colación experiencias pasadas en las que la falta de una arquitectura adecuada para superar incidentes durante treguas y ceses del fuego desembocó en finales abruptos de intentos de paz. Esta vez el cese bilateral, en caso de acordarse, y, más adelante, el proceso de dejación de armas de las Farc se darán en un contexto idóneo, cuidadosamente confeccionado para que, como se dice coloquialmente, no se queme el pan en la puerta del horno.

Por ahora, hay que destacar que, con intervalos cada vez más breves, se vienen dando pasos tan sólidos como inéditos hacia la concreción del sueño esquivo para tantas generaciones.

http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16492811

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