La decisión de correr cuatro días los diálogos es por razones de forma, mucho más técnicas que de fondo, explicó el ministro del Interior, Fernando Carillo. Aún así, esto generó reacciones encontradas en el país, más aún cuando la guerrilla ha arreciado sus ataques en el Cauca y anuncia un paro armado en Chocó. Los presidentes del Senado, Roy Barreras, y la Cámara de Representantes, Augusto Posada, dijeron que todo indica que no hay seriedad por parte de las Farc para afrontar las negociaciones. “Un gobierno es capaz de hacer la paz si eventualmente es capaz de no hacerla”, dijo Barreras.
A su vez, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, aseguró que la subversión no llega a las conversaciones por gusto, sino “porque la Fuerza Pública les señala ese camino”. Lo cierto es que, según conoció El Espectador, el aplazamiento del comienzo formal del proceso de paz en La Habana (Cuba) se debe a las diferencias entre los delegados del Gobierno y la guerrilla en cuanto a la manera como se debe abordar la agenda a tratar.
Se dice, por ejemplo, que las Farc quieren que la voz de la sociedad civil sea liderada por personas u organizaciones cercanas a ellas, mientras que el Gobierno había dicho que lo mejor es avanzar primero en los puntos de la agenda. Algunas versiones han apuntado también sobre la posibilidad de que la ciudadanía tenga un espacio para hacer oír su voz a través de una página de internet, un mecanismo sobre el que, sostienen, los negociadores deben hacer todavía varias precisiones, y de allí el aplazamiento.
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