La guerrilla de las Farc, el Eln y los grupos que surgieron de los desmovilizados paramilitares (bacrim) se replegaron del centro de Colombia, y ahora concentran su accionar delictivo en las áreas periféricas del país. Esta es la principal conclusión del Informe General del Estado del Conflicto Armado que presentó este jueves la corporación Nuevo Arco Iris.
La investigación hace un análisis de las transformaciones de la guerra desde el momento en que terminaron las negociaciones con las Farc en el Caguán (2002) y el comienzo de un nuevo proceso de diálogo, esta vez en La Habana. El cambio más importante, señala el informe, fue territorial y tiene que ver con la pérdida de presencia de las Farc en Cundinamarca, norte del Tolima, Boyacá y Santander.
“Esa pérdida es una derrota estratégica, ya que el grupo guerrillero no logró cumplir con el principal objetivo de su plan estratégico, cuyo eje era colonizar la cordillera Oriental einstaurar el 50 por ciento de sus estructuras con miras a tomarse Bogotá”, señala el documento en uno de sus apartes.
Para León Valencia, director de la Corporación Nuevo Arco Iris, si bien las Farc ya no tienen ilusión de triunfo y no están cercanas a Bogotá, sí son “otro tipo de Farc: ya la capital no es Bogotá para ellos, sino que la capital es Cali, y sus fuerzas van más hacia Cali. Se orientan más hacia esa ciudad que hacia Bogotá”.
“Ante la ofensiva de la Fuerza Pública, las Farc se ven obligadas a replegarse hacia sus zonas históricas y zonas de frontera, y desde allí comenzaron a adaptarse a la ofensiva que había diseñado el Gobierno colombiano”, agrega el informe. “Esto llevó a que las Farc concentraran una gran cantidad de tropa en departamentos como Cauca, Meta, Caquetá, Arauca y Norte de Santander, lo que incrementó rápidamente las hostilidades armadas en esas zonas”.
De acuerdo con la Corporación, en el mapa actual de la presencia guerrillera en el país se puede ver la alta concentración de estructuras en las zonas de periferia, como Cauca y Nariño. De ahí que Cali ahora pueda estar en la mira de ese grupo guerrillero.
Un índice de la situación lo representan los ataques de esa guerrilla a la infraestructura energética (torres de energía y estaciones eléctricas que fueron destruidas) durante el segundo semestre de 2012. Las zonas más afectadas son, en su mayoría, del suroccidente del país: Cauca (con 24 ataques), Antioquia (19), Putumayo (18), Nariño (12), Arauca (7), Valle del cauca (5), Chocó (5) y Norte de Santander (5) y La Guajira (3).
Según el informe, la concentración y densidad de los ataques de las Farc a la infraestructura petrolera y energética permite señalar que para la Fuerza Pública será difícil proteger todos los puntos vulnerables, lo que significa que estos ataques tienen una alta probabilidad de continuar.
Para Nuevo Arco Iris, esto tendría dos propósitos: de un lado, mostrarle a la sociedad urbana la necesidad de apoyar las negociaciones de paz; y del otro, empujar a la empresa privada para que presione al Gobierno en el mismo sentido, es decir, que se busque la negociación de la paz.
El nivel de operaciones es mayor que en Gobierno Uribe
En el tema de las Farc, hay mitos que desvirtúa el informe. Uno de ellos es que la política de seguridad democrática fue decisiva para llegar a un punto muy cercano para acabar con esa guerrilla. “El nivel de operaciones es mayor ahora que en el 2002; hoy las bajas de la Fuerza Pública son más que hace diez años”, aseguró Valencia.
El estudio reconoce que el Estado les produjeron derrotas importantes: les golpearon la cúpula, las sacaron del centro del país y redujeron sus fuerzas.
Sin embargo, para Valencia, se vuelve a ver una actividad muy distinta a la que ejecutaban las Farc en e 2002 (la toma de grandes cabeceras municipales, la toma de bases fijas del Ejército, el desplazamiento de verdaderos batallones de guerrilleros). “Es una actividad menuda y dispersa en el país, letal, hecha por pequeños grupos, apoyada en armas artesanales y un minado intenso del territorio. Con eso le están produciendo, promedio, 2.500 bajas a la Fuerza Pública desde el año 2010”.
Además, para el analista, siguen siendo una fuerza letal y ahora tienen un poder distinto al de las armas, que es el que está negociando en La Habana. “Siendo un fuerza militar marginalmente, son una fuerza que tiene capturada la agenda interna y externa del país. Por el conflicto pasa toda la política colombiana y los presidentes se eligen alrededor de la decisión que tomen sobre seguridad o paz”, dijo.
El otro mito que se derrumba es el de las discrepancias internas en las Farc. Una prueba importante fue la tregua unilateral. Se decía que los bloques Sur y Oriental eran disidencia. Pues aquí mostramos cómo fueron los que más cumplieron la tregua unilateral.
Eln abandonó sus sitios estratégicos, Antioquia y Santander
Pero la acción del Estado no solo sacó a las Farc del centro del país. El Eln y las bandas criminales que surgieron tras la desmovilización de los grupos paramilitares también ocupan en la actualidad la periferia colombiana del país
En el caso del Eln, esta guerrilla tuvo que abandonar sitios históricos para ellos, como Antioquia y Santander, y desplazarse hacia Cauca, Chocó, Nariño, Sur de Bolívar, Catatumbo (Norte de Santander) y Arauca, en donde tiene desplegado el 50 por ciento de su fuerza militar, según Nuevo Arco Iris. También se registra un retorno a Casanare y Boyacá.
Algo similar, pero más preocupante, es lo que pasa con las bacrim. Al observar el mapa elaborado por Nuevo Arco Iris, esas organizaciones criminales se han asentado con predominancia en zonas periféricas, especialmente en donde antes se registraba la presencia de las Auc. Incluso tienen actividades en San Andrés y Providencia.
Para León Valencia, la historia del crimen organizado en Colombia es la historia de dos grandes casas matrices: el cartel de Cali y el cartel de Medellín. “Esas casas están hoy en una pelea dura a través de ‘Los Rastrojos’, herederos de los de Cali, y ‘Los Urabeños’, herederos de los de Medellín”, aseguró.
Además, explica que esas dos fuerzas han absorbido a la mayoría de bandas locales o las han puesto a su servicio y sus estructuras ya no son verticales o piramidales, sino en forma de redes con nodos en muchas partes.
“Es un fenómeno complejo en el cual lo de menos quizá son los ‘traquetos’; lo de más son los que están detrás, como líderes políticos, miembros de la Fuerza Pública y una nube de abogados, en una cosa compleja de fusión de legalidad e ilegalidad”, agregó.
Si bien el anuncio de las Farc sobre el fin del secuestro extorsivo se ha cumplido, la otra cara de la moneda es que ese grupo ha intentado mantener las extorsiones a partir de los ataques con explosivos. La Corporación Nuevo Arco iris logró determinar que es posible que aumente el homicidio para presionar el pago de extorsiones.