Skip to main content
El general y el gobernador del Meta describen el reencuentro como «tensionante».

El general (r) Luis Herlindo Mendieta no quiso saludar de mano a ningún miembro de la delegación de las Farc, en La Habana.

“¿Por qué, si yo no soy el victimario?”, le confesó a EL TIEMPO Mendieta, quien por espacio de casi 12 años estuvo secuestrado por ese grupo ilegal.

Para él la situación no es fácil. No solo debe olvidar el penoso cautiverio en el que incluso estuvo atado a árboles con cadenas, sino que ahora las Farc se niegan a reconocerlo como víctima por ser miembro de la Fuerza Pública.

Aunque Mendieta acepta que quiere perdonar, insiste en que el primer paso lo debe dar la guerrilla, pues ellos fueron quienes lo secuestraron y le pusieron el rótulo de “prisionero de guerra”.

El oficial retirado hizo parte del tercer grupo de 12 víctimas que esta semana estuvo en la capital cubana reuniéndose con los negociadores de paz del Gobierno y de la guerrilla, que hace casi dos años buscan ponerle punto final a más de 50 años de confrontación armada.

Arribaron a La Habana el miércoles en la tarde. En el aeropuerto José Martí fueron recibidos por delegados de las embajadas de Cuba y Noruega, países acompañantes del proceso. Cada uno iba concentrado en lo que quería decirles a los negociadores, pero también a su mente regresaba con fuerza el dolor que les causó la guerra.

Esa noche se acostaron temprano. Mendieta se durmió sin saber que ese anochecer ‘Rodrigo Granda’, el llamado canciller de las Farc, había dicho que no lo reconocían como víctima.

“El internet en La Habana no funciona muy bien, por eso no estábamos enterados de nada”, admitió Alan Jara, gobernador del Meta y quien estuvo en la selva más de 7 años secuestrado por la guerrilla. También fue en este tercer grupo.
 

El jueves, muy temprano, la ansiedad y la premura del tiempo obligó a los 12 miembros de la delegación de víctimas a desayunar de afán. Se cruzaban comentarios sobre lo que esperaban decir en el cara a cara. (Vea el especial sobre víctimas)
 
Pasadas las 9 de la mañana llegaron al Centro de Convenciones de La Habana, sede de los diálogos. Algunos como Mendieta y Jara comenzaron a recordar los días duros de cautiverio, que fueron todos los que estuvieron en la selva en manos de las Farc.
 
La primera oportunidad de ver a sus victimarios era un saludo protocolario al que no era obligado asistir. Mendieta y otras de las víctimas no quisieron entrar. Antes de las 9:30 de la mañana comenzó –en otro salón– la cita con los negociadores.
 
El padre Darío Echeverry, delegado de la Iglesia católica, fue el moderador. Primero se dio el saludo protocolario de Humberto de la Calle –jefe negociador del Gobierno– y luego hizo lo propio ‘Iván Márquez’, de la guerrilla.
 
Había 4 mesas: en una se sentaron las víctimas, en otra se hicieron los negociadores del Gobierno y, a parte, los de las Farc. En la última, en una posición estratégica para poder moderar el encuentro, estuvieron los organizadores.
 
Se acordó que las intervenciones se harían en 2 grupos, cada uno de a 6 víctimas, y que cada una tenía 15 minutos para hablar. La primera en hacerlo fue la ganadera huilense Ximena Ochoa, cuya madre fue secuestrada por la guerrilla. En su intervención hizo alusión a la extorsión y las condiciones difíciles que afronta su departamento por cuenta del accionar ilegal de la insurgencia.
 
Hacia el mediodía las primeras víctimas ya habían hablado. Ahí se dio un momento de receso. Hubo tinto y galletas.
 
El primero del segundo grupo en hablar fue Mendieta. La tensión era evidente, pues para la guerrilla hablaba un simple “prisionero de guerra”, pero él hizo un recuento de 12 largos años de secuestro de los que –lo refleja cuando recuerda esos momentos– aún guarda un inmenso dolor.
 
‘Márquez’, sin mencionar a Mendieta, dijo que una cosa eran las víctimas del conflicto y otra los prisioneros de guerra, como llaman a los uniformados que han secuestrado. Todos, incluidos los negociadores de ambas partes, tomaron atenta nota de lo expuesto por este tercer grupo de víctimas.
 
Casi a las 3 de la tarde terminó la cita. Pasaron a un almuerzo tipo bufé, en el que hubo carne, fríjoles, ensalada y ceviche. Cada quien se podía acomodar en la mesa que quisiera, pero la mayoría de las víctimas prefirieron sentarse juntas. La tensión era evidente.
 
El general (r) Mendieta también le confesó a este diario que durante ese almuerzo ni si quiera se dio un cruce de miradas con los guerrilleros. No quería verlos.
 
A pesar del escepticismo de los organizadores, las victimas se reunieron y en menos de una hora lograron redactar el comunicado conjunto que leyeron en una rueda de prensa posterior.
 
En la noche del viernes, y en vuelo comercial, las 12 víctimas regresaron a Bogotá. Volvieron tranquilas, desahogadas y hasta dispuestas a perdonar.

www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/el-general-mendieta-y-el-gobernador-jara-hablan-del-reencuentro-con-las-farc/14639872

 

Leave a Reply