La semana pasada se llevó a cabo en el Congreso de la República un debate público sobre el derecho o no de los colombianos a ingresar al Parque Nacional Natural (PNN) del Cocuy. Grupos indígenas y campesinos mantienen bloqueado el ingreso al PNN.
Mientras nosotros discutimos si los ciudadanos pueden o no entrar al PNN y pisar o no su glaciar, en países con mayor y mejor información sobre los efectos de las visitas sobre los ecosistemas naturales y sus glaciares, las visitas son abundantes y están perfectamente reglamentadas.
Al PNN Denali en Alaska, ecosistema de gran fragilidad, cercano al círculo polar ártico, ingresan al año más de un millón de personas. Al monte Denali, que con sus 6.194 metros de altura es lugar sagrado para los habitantes locales —recientemente, Obama cambió oficialmente su nombre de McKinley a Denali, que en lengua nativa significa “la más alta”—, por un mismo camino, pagando US$365 por persona, entran anualmente en la búsqueda de su cima hasta 1.300 personas, que en promedio caminan sobre su glaciar 20 días, acarreando un trineo con su comida y su equipo técnico.
En el monte Aconcagua, el más alto de América, se pagan en promedio más de US$300 por el ingreso a la montaña y transitan anualmente su ruta normal camino a su cima más de 2.800 montañistas. Al pagar el permiso se hace declaración explícita de que todos los riesgos de escalada y rescate van por cuenta del montañista y se exonera al PNN de toda responsabilidad.
En Colombia, país de tres cordilleras, el acceso a la alta montaña está casi negado. En la Sierra Nevada de Santa Marta, la zona nevada del Chundúa, con sus 18 cimas, está cerrada. La Sierra Nevada del Cocuy, con sus más de 20 picos, ahora también está cerrada. Sólo permanecen abiertos el nevado del Huila y el PNN Los Nevados, que con el Tolima, Santa Isabel y Ruiz es hoy el escenario por excelencia para la práctica del deporte de alta montaña en Colombia.
El debate sobre el PNN del Cocuy sigue abierto. Mientras, el acceso a sus picos nevados está negado. El argumento de los pobladores locales es que el pisoteo del glaciar por los visitantes es la razón por la cual éste se contrae. Según ellos, cerrar su acceso permite defender el agua y conservar los lugares sagrados. Como evidencia contraria, los glaciares de todo el mundo —los visitados por turistas y montañistas y los aislados y no visitados— se están contrayendo. La condición común es el cambio climático. Su contracción no es resultado del pisoteo de los visitantes.
La reapertura del PNN del Cocuy debe significar un acuerdo entre pobladores locales —indígenas y campesinos—, la administración del PNN, operadores turísticos y visitantes, para redistribuir los ingresos generados por el turismo, recuperar la vegetación nativa del páramo y el bosque de niebla —su desaparición aumenta localmente la temperatura y disminuye la lluvia horizontal—, minimizar el impacto de los visitantes, manejar la basura y mejorar la infraestructura sanitaria en zonas de camping. Si todos aportamos, todos nos beneficiaremos
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