Narcotráfico, asesinato a líderes restitución y daño ambiental persiguen al parque natural.
Treinta años después de que fuera el escenario de uno de los conflictos más crudos y sangrientos que ha vivido el país y que tuvo como protagonista a las Farc, el EPL y a los paramilitares, el Nudo Paramillo, la extensa zona selvática que comparten Córdoba y el norte de Antioquia, sigue siendo zona de guerra.
Ni la desmovilización del EPL hace más de 22 años, ni la de las Auc, han detenido que lo que hoy es una parque natural con 1.850 hectáreas de cultivos ilícitos, las amenazas a los líderes de tierras (tres de ellos han sido asesinados en esta región), los índices más altos de violencia urbana, el acoso a las etnias y el daño al medio ambiente.
Y, como si fuera poco, las bandas criminales copiaron, según el Ejército, el ejemplo macabro de las Farc para proteger las matas de coca y las rutas del narcotráfico del acceso de la Fuerza Pública. El resultado de la atroz estrategia, ha sido más de 30 soldados y policías mutilados en el último año.
La tensión se siente desde Montería. La capital de Córdoba tiene, en lo que va corrido del año, cifras de criminalidad que superan el promedio del país. Hasta la fecha, se han presentado 40 homicidios (doce más que en el mismo periodo de 2012) y en todo el departamento ya son 119, la mayoría con un mismo común denominador: ‘bacrim’.
“Aquí en Montería tenemos todos la cadena del narcotráfico, desde el pacto de negocios hasta las rutas de distribución. Todo el mundo lo sabe”, dice un funcionario local, que prefiere el anonimato.
El centro de la problemática es Tierralta, el municipio cordobés más cercano al nudo. Allí se llega luego de dos horas por una carretera que obliga a los conductores a manejar en zig- zag para evitar huecos que alargan el trayecto normal en media hora más. El paisaje lo componen fincas extensas con vacas y toros inmóviles y avisos que demarcan la entrada a pueblos como Santa Fe de Ralito, donde se desmovilizaron más de 30.000 ‘paras’.
“Las Farc, con cerca de 230 hombres, están distribuidas entre los cañones de los ríos que están entre las tres serranías que tiene el Paramillo. Las bandas, con mayoría de ‘Urabeños’, son más de 430 hombres desplegados desde el golfo de Urabá hasta el noreste antioqueño. Se enfrentan entre ellos, pero ya no por ideología, sino por coca”, asegura el general Leonardo Pinto, comandante de la Fuerza de Tarea Nudo del Paramillo, la principal apuesta en seguridad del Gobierno aquí.
La unidad tiene su base antes de la represa de Urra, una mole de agua de 30 kilómetros de extensión. Junto con Hidroituango y la infraestructura eléctrica que surte de luz a la Costa Atlántica, la represa es el centro de la protección de los soldados.
Precisamente, en uno de los puertos de la represa, cientos indígenas Embera Katios que salen río abajo con víveres que llevan, pese a cuatro horas de trayecto, hasta sus comunidades. “A veces pasa la guerrilla, pero hay mucho Ejército. Y también porque ahorita no tenemos coca, donde nosotros estamos en río Verde no. Pero en los Capures sí”, dice, Leo, uno de ellos refiriéndose a sectores con cultivos dentro del parque natural.
Ellas, las 30 comunidades indígenas que están dentro del parque, han sufrido el azote de la guerra. Han denunciado atropellos de la guerrilla y de los ‘paras’, pero también de las tropas, que lo últimos años se han esforzado por no incluirlos en el conflicto acercándose a los líderes.
La guerra por el oro
En los cinco meses de este año, el Ejército se ha enfrentado a verdaderas estructuras militares de los ‘Urabeños’ en seis ocasiones. Han muerto 20 miembros de esas bandas, destruido seis laboratorios de coca y abatido a ‘Jacobo Arango’, cabecilla del frente quinto de las Farc y amigo personal de ‘Iván Márquez’.
Esa guerra, aunque compleja, ha logrado ser contenida. Pero hay una, además del narcotráfico, que aún a la Fuerza Pública le cuesta controlar: la del oro.
“En el bajo Cauca y noreste antioqueño las bandas -zonas de influencia del nudo del Paramillo-, cerca de 170 hombres del Eln y las Farc se disputan la extorsión y extracción minera”, agrega el general Pinto quien sostiene que son más de 60 toneladas de oro que salen al año de la zona.
Según el oficial, en el lugar hay más de 2.500 retroexcavadoras. Los grupos ilegales cobran cinco millones de pesos dejarla entrar a trabajar, dos millones más a los mineros y 10 mensuales de impuesto, lo que convierte a la zona conformada entre Zaragoza, forma una verdadera pelea a muerte por ese dinero.
El Ejército llamó el lugar el ‘Triángulo de la Maldad’, porque ahí, además de extorsión, es donde más secuestros y enfrentamiento entre grupos ilegales se dan. Y, a la vez, es el lugar donde el Eln y las bandas criminales también han puesto minas antipersonal.
JUAN GUILLERMO MERCADO
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO
TIERRALTA (CÓRDOBA)
http://www.eltiempo.com/justicia/la-guerra-en-el-nudo-de-paramillo_12907222-4