La preocupación por la falta de debate público sobre los acuerdos producto de los diálogos entre el gobierno y la guerrilla de las Farc en La Haba (Cuba) fue lo que llevó a un grupo de exmilitantes de otras agrupaciones guerrilleras de Colombia a conformar el colectivo Voceros de Paz de Antioquia.
Luis Guillermo Pardo y Augusto Osorno, exmiembros del M-19; Gerardo Vega, Aníbal Palacios, del EPL y Elías Vallejo por las Milicias Populares, decidieron aprovechar su experiencia en proceso de paz con desarmes exitosos para generar espacios de debate que integren a la población. «Dijimos pues salgamos a apoyar el proceso de paz, a invitar a hacer foros, reuniones, que la gente conozca, poner el tema, qué es lo que se está debatiendo y qué se ha acordado. Porque si se espera que sea la propia sociedad colombiana la que refrende esos acuerdos, tiene que conocerlos y allí falta mucho», asegura Gerardo Vega.
Vega se desmovilizó del EPL en 1991 y fue diputado de Antioquia por ese movimiento en el año 2000. Se ha convertido en uno de los líderes de restitución de tierras más importantes del Urabá antioqueño, una labor que impulsa a través de la Fundación Forjando Futuros y que en 2012 lo hizo merecedor del Premio Nacional de Paz.
En Entrevista con El Espectador, Gerardo Vega analiza la situación actual de los diálogos de paz entre gobierno y Farc y habla de los grandes retos que tendrá el Estado, la guerrilla y la sociedad en el camino para conseguir la tan anhelada paz.
– A través de su fundación usted se ha dedicado los últimos años ha estudiar y trabajar el tema de tierras ¿cuáles son los puntos positivos de lo acordado respecto a ese tema en La Habana?
Muchas cosas, se ha hablado por ejemplo de redistribución de la tierra, desarrollo tecnológico para el campo para cerrar la brecha entre pobreza y riqueza, y de restitución. Lo difícil del tema va a ser implementar ese acuerdo. Colombia tiene 114 millones de hectáreas de las cuales 40 millones están en manos de la ganadería extensiva. Las instituciones que han estado encargadas del tema agrario han estado cooptadas por grupos ilegales. Lo decía en su momento el exministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, que los jefes paramilitares se paseaban por las oficinas del Incoder. Sin embargo la restitución representa únicamente el 5% del problema agrario, el gran tema es si hay o no reforma agraria y cómo se hace. Y ahí está el tema de redistribución de tierras.
Eso tiene que estar ligado al desarrollo tecnológico para el campo, en los países europeos la gente no se preocupa por si tiene mucha o poca tierra en el campo, lo que necesitan es que sea productiva. El tema fundamental es que la gente pueda acceder a la tierra. También hay otros debates interesantes que hay que revisar como el planteado por el profesor James A. Robinson quien dice que el tema principal del conflicto armado ya no es la tierra sino la educación. Y es que un joven de Bogotá debe tener las mismas oportunidades y alternativas que uno de Turbo, Chigorodó o Putumayo, y eso es independientemente de que existan víctimas o no, las oportunidades deben ser para todo el mundo. Las víctimas tienen derecho a que les devuelvan la propiedad y el patrimonio que perdieron, pero también tienen derecho a que sus hijos tengan la alternativa de educarse como cualquier niño del país.
– En el nuevo ciclo de negociaciones que arrancará en febrero se discutirán simultáneamente varios temas críticos entre ellos el punto de víctimas, cese al fuego y dejación de armas ¿Funcionará la estrategia para agilizar los diálogos?
Eso lo que refleja es la convicción entre las partes de que no pueden dejar perder el momento en que va la negociación, que la sociedad y el Gobierno anhelan que el acuerdo llegue rápido. Habrá mesas simultáneas porque hay una mayor decisión de buscar el cese definitivo y eso demuestra que el proceso ya está en un camino que se está haciendo irreversible. Esto tiene que ser bien recibido en la opinión pública no tanto porque se trate de un afán del Gobierno por agilizar los diálogos sino porque todos debemos ser conscientes de que es mejor que sea rápido porque el conflicto sigue, mientras más vidas nos ahorremos mejor.
– El debate público que se ha dado últimamente es sobre si el cese al fuego bilateral debe darse antes o después de un acuerdo final con la guerrilla. ¿Cuál es el escenario ideal?
Vuelvo con lo que dije anteriormente, por qué no hacer el cese al fuego ahora para ahorrarse más dolor y costos económicos de la guerra. Yo creo que en este momento hay más confianza entre las partes y las Farc han mostrado su intención de acordar un cese definitivo, algo que nunca antes se había hablado. Si eso está ahí, ya lo demás son mecanismos y herramientas, pues entonces tratemos de ahorrarnos el número de muertos. Decir que habrá cese bilateral final es un contrasentido, el final ya es el final, porque todo está acordado y la consecuencia lógica es que se acabe la guerra. Lo que hay que hacer es tratar de lograr un armisticio antes, parar las acciones militares para seguir negociando.
– ¿Cuál sería el papel de las Fuerzas Militares en un escenario de esos?
El problema es que aquí además de las Farc están las Bacrim, el Ejército de Liberación Nacional y otras organizaciones armadas ilegales. Pero es que nadie ha dicho que se pare de perseguir la delincuencia común, al contrario esos recursos que se utilizaban para enfrentar a las Farc se pueden usar ahora para atacar a los otros. Nadie ha dicho que el Estado debe renunciar al legítimo derecho que tiene del uso de la fuerza, tiene que hacerlo. Aún si se da un acuerdo de paz con las Farc o el Eln el Estado tiene que conservar su capacidad para combatir la delincuencia común en las ciudades, esa es la queja común de la sociedad.
– ¿Cuál sería el mecanismo ideal para refrendar los acuerdos que resulten de las conversaciones en La Habana?
Primero que todo hay que dejar que el gobierno y la guerrilla construyan un acuerdo, luego si someterlo a la consideración de la gente, cualquiera sea el mecanismo pero que haya una decisión para darle mayores garantías y seguridad jurídica a los que se desmovilizan. Ha habido experiencias negativas y el tema de la extradición es espinoso en ese sentido. Hoy la comunidad internacional y la legislación es diferente a la del siglo XX, hoy se mira más a la víctima, antes se le ofrecían todas las condiciones y posibilidades a quien se desarmaba.
– Cómo ve el tema de la Participación política…
Tiene que haber. La cuestión es que el Gobierno tiene que crear las garantías en el acuerdo para que puedan participar en política. Iván Márquez ya estuvo en el Congreso, fue congresista y se tuvo que ir porque lo iban a matar. Es que es gente que decidió hace 50 años que se iba a derrocar un gobierno porque lo consideraban injusto -compartamos o no el planteamiento. Claro está el tema del narcotráfico, pero en el fondo hay un propósito político. Nosotros en el Epl tuvimos esa posibilidad, yo fui diputado, del M-19 varios fueron congresistas, Antonio Navarro es hoy senador, Gustavo Petro es el alcalde de Bogotá, porque no va a ser posible. Pueden ser las mismas ideas, pero no son los mismos métodos. Debe haber, creo yo, condiciones preferentes; recuerdo que en la época de la desmovilización del M-19, del PRT, se dio un margen menor de participación, de exigencia de votos para llegar a los Consejos y las Asambleas, había una suerte de listas preferentes. Los miembros del Epl, por ejemplo, participaron en la Constituyente sin haber sido elegidos, con voz y voto, gracias a un acuerdo con el Gobierno. Hay diferentes mecanismos de cómo participar. En últimas los que deciden si ellos pueden hacer política y llegar a los cuerpos colegiados son los ciudadanos con los votos.
– ¿Qué sacrificios tiene que hacer la sociedad en aras de lograr la paz?
Yo creo que más que sacrificios hay que aportar a esto, cambiar de mentalidad, porque la guerra nos toca a todos, así vivamos en una ciudad como Bogotá en donde el conflicto se ve como algo lejano y más rural. Podemos vivir mejor pero nos queda difícil entenderlo porque no hemos vivido en paz, son 50 años de conflicto y hay generaciones completas que no conocen lo que es vivir en paz. Hemos normalizado la guerra. Es que el presupuesto de guerra del año pasado fueron 27.7 billones, es el doble del que había en el año 2000: 12 billones. Eso nos toca a todos, eso le quita al sistema educativo. Es cien mil veces superior el presupuesto para la guerra que para la cultura, ochenta mil veces superior que el otorgado para la recreación y el deporte y 120 mil veces superior que el que se dispone para la política de empleo público.
– ¿Cuáles son los riesgos que se corren si no se llega pronto a un acuerdo en La Habana?
Llegar a un acuerdo pronto es urgente y necesario. El principal riesgo es que el país vuelva y se polarice entre paz y guerra y las elecciones regionales de octubre queden atrapadas en la mitad. Porque aquí somos absolutamente pendulares entonces, por ejemplo, en el periodo de Pastrana votamos por la paz y todo el mundo apoyando el Caguán y eso fracasó y entonces todo el mundo se vino para la guerra, llegó Álvaro Uribe ocho años y ahora llega Santos y todo el mundo otra vez apoya la paz, pero si esto no sale bien será motivo de campaña electoral muy fuerte, me imagino, para volver a plantear que negociar tampoco funciona y volver a la mano dura y habremos perdido una oportunidad importante. Otro riesgo es que no está participando el Eln y por eso hay que abrir una mesa de negoción en ese otro frente lo más pronto posible para que sea un proceso integral y ganar confianza en que ese camino es posible. Ojalá ellos tengan una disposición más allá del pronunciamiento que hicieron el otro día, que me pareció todavía muy limitado. Un tercer riesgo es esa extrema derecha que hay en el país y se puede llegar a repetir la historia de la Unión Patriótica y entonces esto vuelve y fracasa.
– ¿El 2015 será el año de la paz?
Yo creo que si por lo menos sale el cese bilateral definitivo sería ya un avance muy grande. Es factible lo que me parece muy complicado es que se pretenda participar en elecciones sin haber hecho la dejación de armas, eso no lo va a aceptar la sociedad colombiana, ni el Gobierno. Si las Farc son mucho más audaces hacen un acuerdo definitivo de dejación antes de octubre para poder participar en los procesos electorales. Dejar que corra el tiempo es hacer que se afiance la desconfianza de la sociedad en ese proceso.
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