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Escucharnos

By 3 de junio de 2015No Comments

¡Qué bueno sería que depusiéramos las desconfianzas y los temores y habláramos sobre el país que de todas maneras tenemos que construir juntos!

Agradezco las críticas serias a esta columna y las palabras de apoyo. Recibo también comentarios en la web y en tuits que me tratan de bandido, ladrón, asesino, h. p. y mentiroso.

Las críticas son importantes. Este país lo tenemos que construir juntos o no habrá futuro tranquilo para nadie. Por eso todos tenemos que cambiar, empezando por mí, para que seamos posibles.

Los insultos y calumnias me tocan porque soy humano. No me atemorizan. Tengo la conciencia tranquila y sé que son inevitables en el país como está. Sin ninguna ironía, y gracias a mi Dios, siento por los que me insultan la compasión que me despiertan los secuestrados, los desaparecidos y las víctimas de minas antipersonas: dolor por nosotros; atrapados en la violencia física, en la información manipulada, en ideologías y odios.

Me preocupan las barreras que ponemos al diálogo. Pensamos distinto. Necesitamos conversar, partiendo de aceptar que unos y otros obramos convencidos de que es lo mejor que podemos hacer por nuestro pueblo. Necesitamos tomar el riesgo de aceptar la buena intención en el otro, aunque no entendamos sus acciones. A sabiendas de que no basta la buena intención, también los paramilitares reclaman ser bienintencionados por el bien común. El respeto a la intención nos abre al diálogo, que tiene que ir hasta cuestionarnos todos a fondo sobre la coherencia entre la intención y las acciones que hacemos y los efectos sociales, políticos, morales de las mismas. Baste un ejemplo, independientemente de la intención: volar la torre de Buenaventura fue, objetivamente, un crimen contra el pueblo y una estupidez contra el proceso de paz.

Personalmente, quiero oír a los ganaderos que han sufrido secuestros y extorsiones, a los empresarios que por razones de seguridad apoyaron a paramilitares; a quienes compraron de buena fe tierras sin saber que eran predios arrebatados con sangre; a militares que apoyaron a autodefensas en lo crudo de la guerra; y, por supuesto, a los soldados que nunca las apoyaron.

Igualmente, quiero compartir, con quienes piensan distinto, los proyectos, contratos y acciones que se realizaron en el Magdalena Medio con apoyo, interventoría y rendimiento de cuentas a Ecopetrol, Banco Mundial, Naciones Unidas, la Unión Europea, la USO, la Seap, la CAF, Planeación Nacional, Acción Social, Japón, Francia, el BID, y las diócesis de Barrancabermeja y Magangué.

Nos han dicho criminales por hablar con guerrilla y paramilitares, con permiso dado por los presidentes de “diálogos pastorales” para proteger vidas. Nos han dicho subversivos porque, entre muchos, también hicimos proyectos con la Asociación Campesina del Río Cimitarra, y seguimos pensando que este y otros grupos de campesinos son civiles con opciones políticas serias en derechos humanos que merecen ser apoyados en la construcción de democracia porque muestran caminos de salida hacia la paz sin armas en territorios de la guerra. Nos dicen paramilitares porque, en zonas del paramilitarismo, hicimos proyectos campesinos de palma y de cacao que son proveedores de las extractoras y de la industria de alimentos. Nos dicen ladrones por apoyar a los pobres en procesos jurídicos de tierras.

Sabemos que fuimos incómodos en distintos momentos para Presidentes y administraciones por nuestra opción por el ser humano y la transparencia, sin ningún interés de disputarle el poder a nadie. Por supuesto que también cometimos errores. Perdimos compañeros y compañeras asesinados desde todos los lados. Sabemos de la guerra y de las exigencias duras de la paz. ¡Qué bueno sería que depusiéramos las desconfianzas y los temores y habláramos sobre el país que de todas maneras tenemos que construir juntos!

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/escucharnos-francisco-de-roux-columnista-el-tiempo/15886418

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