Integrantes del Secretariado de las Farc han manifestado que mediante la participación política pactada en La Habana, buscarán aplicar el socialismo en el país.
Que una guerrilla deje de existir como insurgencia armada y se convierta en grupo político es algo que ya ha ocurrido en otros países que han desarrollado procesos de paz, como Guatemala, Nicaragua, Sudáfrica o Nepal. Esta experiencia se replicará en Colombia si los ciudadanos refrendan en el plebiscito el Acuerdo que alcanzaron el Gobierno y las Farc, lo que abre el debate sobre el modelo de país que los desmovilizados pretenderán impulsar desde sus curules.
En un texto publicado en julio en la web de las Farc, el Frente 55 de esa guerrilla manifestó: “Vamos por la paz, por alcanzar de una vez y para siempre la patria grande y el socialismo, y la segunda y definitiva independencia”. Así mismo, en un artículo más reciente de la misma web, las Farc señalan a los opositores a los acuerdos de temer las “pesadillas que representa votar por el ‘sí’”, entre las que destacan que “con ello las Farc obtendrán la posibilidad de salir a hablar del socialismo del siglo XXI”.
También en entrevista con varios medios nacionales, miembros del Secretariado de esa guerrilla han manifestado su intención de buscar un modelo socialista para Colombia.
Tomando distancia de la contienda por el “sí” o por el “no” en la refrendación popular, EL MUNDO consultó con expertos qué tan viable sería la aplicación de dicho sistema económico y político en el país.
El economista, magíster en Administración y Políticas Públicas, y docente de la Universidad de Antioquia, Mauricio López González, señaló que “es un modelo que, digamos, ha fracasado. Que en el imaginario presenta unos resultados y unas situaciones ciertamente como ideales, pero que en la práctica, su aplicación no ha derivado en los resultados que sus defensores promueven”.
El académico añadió que aplicar este modelo en Colombia “no tendría resultados diferentes a los que ya hemos observado en otros países. Creo que lo que el país menos necesita ahora es cambiar su modelo económico y su forma de organización administrativa, política y económica. Con todos los males que presenta, el capitalismo sigue siendo la mejor forma de organización económica para un país” y puntualizó que el principal factor de fracaso del socialismo es “el no respeto de la propiedad privada. Uno no puede esperar que los estamentos públicos sean los encargados de no solamente regular sino desarrollar la actividad económica”.
Por su parte, Lina Marcela Calle Zuleta, economista de esa misma casa de estudios, explicó que “ya la historia demostró que el socialismo no es un modelo eficiente. La economía de mercado es la que impera ahora, independientemente de que tenga que haber una justicia redistributiva y que el Estado le tenga que garantizar a los ciudadanos ciertas cosas, los sistemas socialistas son insostenibles”.
Para la economista Calle Zuleta, “uno de los fundamentos de ese sistema, que es el caso de Cuba, es que impide hacer transacciones con otras economías, obliga a que un país sea autosostenible, pero ya el modelo económico demostró que no se es capaz de hacer todo y hacerlo bien”.
La experta subrayó que en la economía actual los países están interrelacionados, por tanto “las economías locales se han vuelto interdependientes” y concluyó ejemplificando con el caso de Ecuador, donde se ha querido imponer el modelo socialista, pero “se ha tenido que dar un giro enfocado en hacer inversión en infraestructura tratando de dinamizar la economía ecuatoriana”.
El socialismo hoy
La revista La Tendencia, publicación ecuatoriana auspiciada por la Fundación Friedrich Ebert, reseña en el artículo “El socialismo del siglo XXI”, escrito por la abogada e integrante de la Asamblea Constituyente de ese país, María Paula Romo, la definición del socialismo del siglo XXI como “la ideología de gobiernos y movimientos políticos progresistas que hoy se encuentran gobernando una buena parte de América Latina”. La publicación de análisis político indica que dicha ideología “también se caracteriza por pensarse a sí mismo como opción de gobierno y de poder” y que si bien “algunas de sus formas fracasaron”, hoy en nuestro continente “la búsqueda de la igualdad y la justicia están hoy más vigentes que nunca y la izquierda se ha convertido nuevamente en una opción de gobierno”.