¡Lo que faltaba! ¿Que la campaña por el No en el próximo plebiscito colombiano alrededor de los acuerdos de La Habana es equiparable, dicen sus máximos voceros, a la del no chileno realizado en 1988? ¡Por favor!
Difícil hacer la equivalencia entre los dos procesos, pese a que sí existen similitudes, aunque en la vía contraria a lo que algunos pregonan por acá. El chileno, al cabo de 15 años de dictadura, tenía dos opciones: Sí, la prórroga del mandato a la junta militar presidida por Pinochet, con él mismo como candidato. No, la realización de elecciones, como plataforma para el tránsito a un sistema democrático.
Como se sabe, en el plebiscito nacional de Chile, realizado el 5 de octubre de 1988, ganó el No con 56% de los votos. A pesar de un apagón la víspera del evento y de un silencio inexplicable después del primer informe que daba por ganador al Sí, el gobierno chileno reconoció, en la madrugada del 6 de octubre, su derrota.
Pese a las diferencias entre Chile y Colombia, de seguir o no con la dictadura, de una parte, y la de votar sí o no a los acuerdos de paz, hay una similitud que vale la pena rescatar. Aunque la campaña publicitaria en Colombia no ha empezado aún, son conocidos, de sobra, algunos de los mensajes de fondo de parte de algunos de los líderes del No en Colombia.
En Chile las dos alternativas tuvieron sus respectivas franjas de difusión en los medios. Un rasgo de la campaña del Sí fue el de la siembra del miedo: al terrorismo y al comunismo. Las manifestaciones estudiantiles aparecían en los videos publicitarios en las franjas del Sí como manifestación de la violencia comunista, con buses quemados y banderas con la hoz y el martillo, en contra de la propiedad privada. Un triunfo del No, se decía, significaría el regreso de la Unidad Popular y del marxismo. En lenguaje colombiano post-muro de Berlín: castrochavismo, entre otros epítetos.
La campaña por el No se realizó a partir de una alianza de alto espectro que incluía movimientos de centroderecha, centro e izquierda. Algunos de ellos en su momento habían apoyado el golpe militar del 73. Con sumo cuidado, dadas las características represivas vigentes, fueron elaborando inteligentes mensajes de optimismo, a favor de la democracia, atreviéndose, gradualmente, a denunciar los excesos de la dictadura. “La Alegría ya viene” fue el lema de la campaña en contra de la continuación de la dictadura. Amplio triunfo, basado en una estrategia respetuosa y eficiente.
Finalmente, una diferencia: Pinochet, el dictador, reconoció la legitimidad del resultado del proceso y aceptó su derrota. Acá, parece, con cara gano y con sello pierde usted. Proceso ilegítimo, en cualquier caso.
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