Todd Howland completó tres años como representante del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en Colombia. Asumió el cargo el 30 de enero de 2012, justo a mitad del primer gobierno de Juan Manuel Santos, cuando el proceso de paz con las Farc apenas iniciaba.
Dice que a pesar de que las condiciones de vida en Colombia “son mucho mejores”, también los retos son mayores. “Colombia es un país muy desigual en todos los aspectos”, asegura el diplomático.
¿Cómo ha visto este proceso de paz de La Habana?
“Para Naciones Unidas hay tres objetivos: paz, respeto por los derechos humanos y desarrollo, los tres están interrelacionados. Para nosotros, es fundamental que este proceso tenga éxito. Esperamos que se siga en esta dirección de pensar en los derechos humanos, no solo como herramienta sino también como meta”.
Las Farc llevan mes y medio en tregua unilateral. ¿Este es el primer paso hacia el final de la guerra?
“Nuestra reacción es muy favorable. Si no hay acciones ofensivas por las Farc hay menos violación de los derechos humanos. Es una acción muy concreta para mostrar a la comunidad colombiana que las Farc están tomando muy en serio este proceso y para mostrar que están prontos a dejar las armas y participar de otra manera dentro de la sociedad. Para nosotros ha sido un mes y medio bastante tenso, porque todavía hay acciones de la Fuerza Pública contra las Farc”.
¿El Gobierno debería corresponder con un cese el fuego bilateral?
“Entre más rápido se acabe la guerra mejor por los derechos humanos. Claro que el Gobierno tiene su propia estrategia de cómo llegar a un acuerdo bilateral. Es importante que esta fase va a consolidarse en un proceso que será el final del conflicto, claro que sé que hay varios modelos de fin del conflicto: a veces hay un cese bilateral que no funciona y se regresa al conflicto. Entonces, no es que un cese bilateral es estar cerca del fin del conflicto”.
En Colombia se está hablando de justicia transicional, en especial para quienes han cometido delitos de lesa humanidad. ¿Cómo ve usted esa discusión?
“Hay que analizar el caso, pero me parece que este desafío no es tan difícil. Aquí, como en E.U., a la gente le gusta que el perpetrador vaya a la cárcel. En mi país duramos años y años construyendo cárceles y las ciencias sociales dicen que el 80 por ciento de los que pagaron prisión regresaron a la cárcel. Es un fracaso la idea de que la cárcel ayuda a construir sociedad. Hay que mirar los programas de reintegración. El problema de este país es que no hay nuevos mecanismos porque hoy no es posible aplicar amnistía o indulto”.
¿Pero, qué hacer si la guerrilla dice que no va a pagar ni siquiera un día de cárcel?
“Es más difícil porque Colombia siguió el mismo ejemplo de E.U. pero no cambió su programa de resocialización. Ustedes tienen un desastre en las cárceles. Acá el 70 por ciento de las personas que van a las cárceles regresan, aquí ustedes tiene un programa irracional, se gasta mucho dinero enviando gente a la cárcel para que regresen después casi todos”.
¿Quién debe cambiar de chip: el Presidente o la sociedad colombiana?
“Todos en sociedad. Las Farc que piensan que justicia transicional son beneficios, ellos tiene que pensar en cómo se van a reintegrar a la sociedad. También el Presidente tiene que parar de decir que justicia transicional es para darles beneficios a los perpetradores tanto de las Farc como de la Fuerza Pública. Él también tiene que cambiar de chip. Y si no hay un mejoramiento de la sociedad con este proceso, entonces es un proceso falso, la respuesta no es solo cárcel, hay muchas otras soluciones para no repetición”.
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