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Jefe de fiscales del Tribunal para la Antigua Yugoslavia señala que la impunidad construye sociedades frágiles.

Por invitación del fiscal Eduardo Montealegre, Serge Brammertz, jefe de fiscales del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (TPIY), vino a Colombia con tres de sus analistas a capacitar a funcionarios de la Unidad de Análisis y Contextos de la Fiscalía. Brammertz, que desde hace cinco años está en el TPIY e investigó el asesinato del exprimer mandatario libanés Rafiq Hariri, en entrevista con El Espectador manifestó que la impunidad no es la solución a un conflicto armado y que la teoría de la paz por encima de la justicia está muy cuestionada.
 
¿Qué tan importante es que los líderes de organizaciones criminales respondan por sus crímenes?
La responsabilidad por un crimen, en especial los de lesa humanidad, es muy importante. No podemos olvidar que el concepto de crímenes contra la humanidad es porque afectan a toda la humanidad y son ataques sistemáticos contra la sociedad civil. No se puede lidiar con esta compleja situación dándoles inmunidad a los victimarios o no procesándolos. ¿Qué pasaría con las víctimas? Es importante que ellas tengan un rol en esta discusión y es extremadamente importante que no exista impunidad.
 
¿Qué puede hacer Colombia para investigar los miles de delitos, que las víctimas se sientan representadas y el sistema no colapse?
No se pueden corregir las dificultades que llevan 40 años en un corto lapso. El mayor problema que existe acá es que los testigos sufren intimidaciones, tienen poca protección y dificultades en testificar, por lo que la justicia no puede cumplir su papel. Además, una sola oficina jamás podrá hacer toda la tarea.

Como en el TPIY no podíamos atender todos los casos se creó una corte estatal y luego se decidió enviar casos a cortes locales. En la antigua Yugoslavia el conflicto duró tres años, dejó más de 100.000 víctimas y millones de desplazados, y si eso ocurrió en un territorio mucho más pequeño que el colombiano, me imagino cuán difícil puede ser arreglar esos problemas en este país.
 

¿Es posible aceptar lo que dicen las Farc de que no pagarán cárcel?
Es una pregunta complicada, porque en realidad no soy un experto de la situación de Colombia, pero las responsabilidades siempre serán un tema importante. Prometer amnistías por crímenes cometidos en el pasado nunca será la solución.
 
¿Qué tan interesada está la comunidad internacional en el proceso de paz colombiano? 
No puedo hablar en nombre de la comunidad internacional, pero el conflicto colombiano es conocido en todo el mundo. Creo que hay un gran y genuino interés en que se resuelva este conflicto, sabiendo además que tendrá un gran impacto en otros países, y también hay interés en que se establezcan responsabilidades. Como dije, avanzar sin que se rindan cuentas por crímenes del pasado es muy difícil.
 
¿Cómo evalúa el tema de los falsos positivos en el país? 
Lo peor que le puede pasar a una sociedad es que aquellos cuyo mandato es proteger civiles sean los mismos que cometan crímenes en contra de los más vulnerables. Entiendo que las víctimas eran personas desprotegidas en áreas remotas, sin contar con quién los defendiera. Esto es inaceptable para cualquier sociedad y en la colombiana también, por supuesto. Es muy importante que las investigaciones en curso continúen.
 
¿Conoce de prácticas similares en conflictos de otras partes del mundo? 
Algo tan específico y tan surreal como que las Fuerzas Militares hubieran cometido esos asesinatos para aumentar las estadísticas de los combates parece bastante increíble desde afuera. En el conflicto de la antigua Yugoslavia vimos cómo en las limpiezas étnicas a veces asesinaban a civiles y a las víctimas les ponían prendas militares o armas en las manos para hacerlos parecer como muertos en combate. Ellos podrían pensar que era legítimo, pero la realidad es que matar civiles o prisioneros de guerra son crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra. 
 
¿Encuentra similitudes entre el conflicto yugoslavo y el colombiano? 
El perfil de los victimarios, por ejemplo. No los llamamos paramilitares, pero en la antigua Yugoslavia el Estado creó unas unidades especiales compuestas a menudo por criminales, hooligans y otra gente que no se podría considerar ejemplo para la sociedad. Esos grupos fueron usados en campañas de limpieza étnica, eran brutales y no tenían los escrúpulos que los militares a veces sí tenían.
 
¿Y en el tema de violencia sexual? 
Me temo que el alcance de la violencia sexual en el conflicto colombiano no ha sido tan diferente a como fue en la antigua Yugoslavia. Cuando empezaron las investigaciones del TPIY, en los 90, no se hizo mucho énfasis en la violencia sexual como crímenes de guerra o de lesa humanidad, pero con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que la violencia sexual sí era organizada, y aunque no era necesariamente ordenada por los altos mandos militares, sí era previsible y tolerada. 
 
¿Qué podría aprender Colombia de ese tema? 
Que la violencia sexual es extremadamente importante. Lo que nosotros hemos hecho es integrar esos crímenes más en nuestras investigaciones, ahora somos más activos a la hora de buscar evidencia de crímenes sexuales, la calificamos en nuestra jurisprudencia como crimen de lesa humanidad y crímenes de guerra, y se establecieron algunas políticas para los militares.
 
¿Cuál es el vínculo entre justicia y paz? 

Estoy completamente convencido de que la paz a largo plazo no es posible sin la justicia. Recientemente estuve con el fiscal del Tribunal de Ruanda, el que se encarga del genocidio de 600.000 ruandeses a finales de los 90, y me decía que quizás ese genocidio se habría evitado si no se hubieran concedido tantas amnistías en el pasado. Si en una sociedad la justicia no es prioridad no se harán avances reales y tarde o temprano se crearán situaciones más explosivas. 
 

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