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“Esta es la plaza en la que nos reuníamos todos; aquí hacíamos los fandangos para celebrar el Día de Santa Lucía, cada 13 de diciembre. Esa es la carretera que lleva de Las Palmas a San Jacinto (Bolívar) y ellos… ellos son los palmeros que murieron en la masacre”. Los nombres de las 19 víctimas se pueden leer en carteles blancos, repartidos en la Plaza de Bolívar junto con algunas fotos del corregimiento.

El que cuenta la historia se llama Luis Caro. En la plaza lo acompañan varios palmeros que viajaron desde los Montes de María para conmemorar los 13 años del desplazamiento al que fueron obligados por miembros de las Auc. Reunidos en plena capital, todos coinciden en algo: quieren que este sea el último año que conmemoran la muerte de sus familiares lejos de casa: quieren volver a su tierra.

¿Por qué se fueron? La fecha no se les va de la memoria: 27 de septiembre de 1999. Antes del mediodía, 17 hombres armados llegaron a Las Palmas, los reunieron a todos en la plaza y empezó la tragedia. Cuatro muertos ese día que sumaban 19 víctimas por ataques anteriores y toda una comunidad aterrorizada fueron el resultado de la visita. Un día después, en Las Palmas apenas quedaban unos pocos. Los demás salieron hacia San Jacinto, Cartagena, Barranquilla y Bogotá. En la capital, como lo contó El Espectador en 2010, vive el grupo más grande de palmeros: cerca de 400 llegaron a la localidad de Suba y la mayoría trabaja en restaurantes de comidas rápidas. Según la Asociación Integral de Las Palmas, Así Palmas, alrededor de 1.800 personas estarían por fuera del corregimiento.

Durante el encuentro por los 13 años de desplazamiento, la directora de la Unidad para la Atención Integral a las Víctimas, Paula Gaviria, les dijo a los palmeros que tienen 365 días para retornar a su tierra con el apoyo de la Unidad.

“Pero, ¿cómo volver? En Las Palmas no hay luz, no hay agua potable, la carretera es intransitable. No funcionan el colegio ni el centro de salud. ¿Cómo volver en esas condiciones?”, contesta Gloria Herrera*, una de las abuelas que tuvo que salir corriendo para Cartagena, cuando le preguntan por qué no se ha devuelto para el corredor de su casa. La situación del lugar la conocen bien las 60 familias que aún viven en Las Palmas y que tienen que sacar de la laguna agua para el consumo. Las mismas que cada que vuelve la lluvia quedan incomunicadas porque la carretera se convierte en un lodazal.

En marzo de 2010 el entonces alcalde de San Jacinto, Joaquín Güette Herrera, anunció que se invertirían $1.700 millones para recuperar 23 kilómetros de la vía que comunica a San Jacinto con los corregimientos de Las Palmas y Bajo Grande. Pero los que la transitan hoy la padecen como si no se hubiera invertido un solo peso. La explicación que da al respecto el actual alcalde , Hernando José Buelvas Leiva, es que “esos dineros se ejecutaron durante la anterior administración, pero cada que vuelve la lluvia la vía se deteriora”.

Para los palmeros es claro que, dentro del proceso de reparación colectiva que les debe el Estado, es urgente que el lugar tenga todos los servicios públicos y un acceso adecuado. “No nos pueden hablar de retorno sin las condiciones mínimas para habitar el corregimiento. Necesitamos luz, agua, seguridad y la reconstrucción de Las Palmas”, dice uno de los voceros de Así Palmas, y agrega que la reparación debe incluir proyectos productivos y un apoyo inicial para que las familias puedan subsistir mientras retoman sus antiguos oficios.
Según Paula Gaviria, la reparación de los palmeros es una prioridad para la Unidad para la Atención Integral a las Víctimas. Sin embargo, hasta ahora apenas empiezan los procesos de declaración de las víctimas. En cuanto a la vía y el servicio de luz, Gaviria asegura que “todo hará parte del plan de reparaciones, y que por el momento se está analizando cómo se adelantarán las acciones”. Y aunque los palmeros creen que un año será poco tiempo para lograr que su tierra vuelva a ser un lugar habitable, Gaviria cree que es un período razonable para lograr que la reparación sea una realidad.

Ya son trece años y los palmeros no han perdido las ganas de volver a su tierra a sembrar tabaco, a cocinar ñame recién cortado o simplemente a ver caer la noche y esperar a que sea el sol y no el reloj el que avise que hay que levantarse. Sin embargo, como señala uno de ellos, “por más que queramos volver a nuestra tierra, no podemos retornar a un pueblo fantasma”.

* Nombre cambiado por petición de la fuente.

Sin justicia ni reparación

El pasado 28 de septiembre se cumplieron 13 años del desplazamiento masivo de los habitantes del corregimiento de Las Palmas, en San Jacinto (Bolívar), luego de que miembros de las Auc asesinaran a 19 palmeros. Sin embargo, la Unidad para la Atención Integral a las Víctimas apenas está iniciando los trámites para su reparación y en la Fiscalía el proceso avanza a paso lento.

De acuerdo con la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, en el caso se han identificado 1.200 víctimas, algunas por desplazamiento y otras por homicidio. Entre los sindicados por el desplazamiento y la masacre aparece Sergio Manuel Córdoba Ávila, y ya se solicitó la cita para la audiencia de formulación de imputación.

Aunque hay otros paramilitares involucrados en el caso, como Juan Manuel Borré Barreto, quien confesó su participación en la masacre de Las Palmas, hasta ahora sólo se ha iniciado el proceso en contra de Córdoba Ávila. Según la Fiscalía, todos los implicados tendrán que responder.

http://www.elespectador.com/noticias/nacional/articulo-382903-queremos-un-retorno-digno

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