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Rechiflas

By 28 de octubre de 2014No Comments
Por: Laura Gil

Si la propuesta de La Habana consiste en la consideración de las posiciones de las víctimas, debemos crear espacio para todas, aun para aquellas que están en contra de la negociación.

La rechifla contra el ministro Cristo en el foro ‘Colombia abraza a las víctimas de las Farc’ este lunes produjo el efecto mediático buscado. Pero poco tienen para celebrar los opositores del proceso de paz. De rechifla en rechifla, han terminado ahogando las voces de las víctimas de las Farc que pretenden potenciar.

A Juan Fernando Cristo y al movimiento de víctimas los acompaño hace varios años en la defensa de sus derechos. Él sabía a qué se exponía. Curtido en la política, no era ajeno al entorno político al que se enfrentaba –un auditorio con contradictores–. Pero el costo de una rechifla pareció menor.

¿Cuán ético hubiese sido dar la espalda a cientos de víctimas de las Farc? Ellas, amigas o enemigas del proceso de paz, merecían la presencia del alto Gobierno. La confrontación dialéctica también es parte de la democracia. Pero no la agresión.

Las víctimas, todas ellas –de las guerrillas, de Estado, de los paramilitares–, necesitan ser escuchadas y están en todo su derecho de elegir cómo, cuándo y con quién reunirse. Ellas, como todos nosotros, son también seres políticos, que ejercen sus derechos ciudadanos.

Las simpatías políticas de una parte de las víctimas de las Farc no están ocultas. Tampoco deberían estarlo. Se alinean con el uribismo en su oposición al proceso de paz.

Si la propuesta de La Habana consiste en la consideración de las posiciones de las víctimas, debemos crear espacio para todas, aun para aquellas que están en contra de la negociación.

La selección de las víctimas de las Farc en La Habana ha dejado insatisfacción. En las dos primeras delegaciones, las víctimas del grupo guerrillero fueron más bien simpatizantes del proceso de paz e incluso algunas, a lo largo de los años, en la lucha por sus derechos o los de sus seres queridos, mantuvieron un discurso anti-Estado.

A tal punto llegó el malestar en el equipo de Gobierno que el general Mora Rangel amenazó con su retiro. A él le tocó la prueba de un cara a cara con Marisol Garzón, la hermana de Jaime, cuya familia pide la vinculación del oficial a la investigación del asesinato. Hasta ese entonces, las Farc la habían sacado barato. El testimonio del general Mendieta en Cuba se convirtió en un punto de honor para el Gobierno.

La senadora Gaviria quiso entregar la cuadratura del círculo. Aspiraba a entregar a las partes en Cuba unas víctimas exigentes, con condiciones, más dispuestas a apoyar la paz negociada. Pero el evento se le salió de las manos.

A las Farc habrá que hacerles entender que la impunidad completa no constituye una alternativa realista. Pero no es este el camino.

Los extremos de siempre usurparon las voces de las víctimas. No todas las víctimas de las Farc son de Restauración Nacional, no todas las víctimas de las Farc son del grupo de María Fernanda Cabal, no todas las víctimas de las Farc son uribistas. Fueron pocas las víctimas ayer que abuchearon al Ministro.

Está claro que, de culminar con éxito, este proceso de negociación deberá encontrar un balance entre paz, justicia, verdad y reparación. Cuánto de cada elemento resultará del pulso de fuerzas en la mesa de negociación.

Necesitamos que las víctimas, todas las víctimas, exijan más para lograr más –más justicia, más verdad, más reparación–. Pero el mensaje que ‘Colombia abraza a las víctimas de las Farc’ envió a La Habana no fue ese. Fue el de la rechifla de una exigua minoría que pretendió sofocar las palabras.

www.eltiempo.com/opinion/columnistas/rechiflas/14757779

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