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Protagonismo mediático estaría dirigido a ganar poder de negociación.

El viernes en la noche, el presidente Juan Manuel Santos le salió al paso a toda una semana de ofensiva mediática de las Farc desde La Habana para proponer “profundas reformas a la estructura del Estado”, iniciativas que, a juicio del Gobierno y de otros observadores, van mucho más allá de lo contemplado en la agenda que dio inicio a las negociaciones de paz.

Para Santos, según el discurso que dio en la Escuela Naval de Cartagena, los temas incluidos por las Farc en su propuesta sobre participación política son “un decálogo de reformas del Estado, que no son negociables”.

¿A cuál “decálogo” se refería el Presidente? Pues bien, las Farc, desde el miércoles sorprendieron con la ampliación de sus exigencias para hacer política, pues entre los nuevos requisitos plantearon una “reestructuración democrática del Estado” que comprende “la redefinición de los poderes públicos y de sus facultades”.

En sus explicaciones a cuentagotas durante la semana, haciendo gala de un extraordinario manejo mediático, las Farc propusieron también “eliminar el carácter presidencialista del Estado”, “el rediseño constitucional del orden jurídico-económico”, la creación del “poder popular”, “la reforma de la Rama Judicial”, una “reforma político-electoral” y la elección popular del Procurador, el Fiscal, el Contralor y el Defensor del Pueblo.

El alcance de las reformas esbozadas día a día desde la capital cubana por diferentes líderes de la guerrilla a través de los micrófonos, llevó al Presidente a advertirles “a estos señores de las Farc que deben dejar de pedir lo imposible porque no se les va a conceder”.

Aunque para algunos analistas las propuestas de las Farc no se salen de su tradicional discurso, al presidente Santos sí le inquieta que sectores de opinión crean que lo que los guerrilleros dicen a través de los medios es lo que se tramita en la mesa de negociación.

Por eso fue muy enfático. “Dijimos que no íbamos a discutir ninguna política pública, ninguna reforma fundamental del Estado; que íbamos a discutir unas reglas de juego para que las Farc, y ojalá el Eln, cambien las balas por los votos, las armas por los argumentos”, aseguró el mandatario.
Tuvo que recordarles, además, que su gobierno no va “por ningún motivo, se lo dijimos desde el primer día –insistió– a hacer la revolución por decreto en la mesa de negociación de La Habana”.

Armas y Constituyente

El Presidente, ante oficiales de la Armada, también abordó dos temas sensibles de la negociación: la entrega de las armas y la Asamblea Constituyente.
“Dicen que de pronto no entregan las armas… ¡Eso es absurdo! ¿Entonces para qué estamos conversando?”, se preguntó el jefe del Estado.
Y sobre la Constituyente, instrumento que las Farc mantienen como “inamovible” para refrendar los acuerdos que se logren, Santos respondió: “¡Saben que no es un punto de partida!”.

Al revisar el “acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” que dio origen a la fase pública de negociación, la formulación básica sobre “participación política” apenas hablaba del otorgamiento de “derechos y garantías para el ejercicio de la oposición política en general y en particular para los nuevos movimientos que surjan luego de la firma del Acuerdo Final”. Eso era lo sustancial.

Mejor discursos que balas

El debate tiene defensores y detractores. Camilo Gómez, comisionado de paz del gobierno Pastrana y conocedor de las Farc, cree que “en los 5 puntos de la agenda inicial cabe todo”, por lo que “el país no puede sorprenderse de las propuestas hechas”.

Aunque a Gómez le parece que “es mejor una ofensiva política que una ofensiva terrorista de las Farc”, sí advierte que el Gobierno “debe mejorar su estrategia de comunicaciones, porque hasta ahora las Farc han manejado mejor esa parte”.

Desde el mismo Gobierno, el consejero presidencial para el diálogo social, Luis Eduardo Garzón, aseguró que prefiere “ver a las Farc echando discursos que echando bala”.

El exministro Horacio Serpa, aliado del Gobierno y experto negociador político, cree que “no hay nada fuera de lugar” en el discurso de los insurgentes.
Antonio Navarro, quien como líder del M-19 protagonizó el proceso de negociación política más exitoso de una guerrilla en Colombia, dijo en cambio que, aunque las peticiones de las Farc parecen “razonables”, sí es claro que se ha vuelto a “sobrevalorar” su capacidad de presionar en la mesa, factor que a su juicio “llevó el proceso del Caguán al fracaso”.

Los excesos ante el micrófono en La Habana pueden tener como propósito ganar protagonismo para mejorar su capacidad de negociación, hecho para muchos legítimo en este pulso político, pero también es factible que un desbordamiento verbal, con anuncios como el de no entregar las armas, mine la confianza de la opinión pública en el proceso. Y esto último es lo que quiere evitar el Presidente.

Un viejo hábito ‘fariano’

Algunos ven la prolongación indefinida de los diálogos como una táctica insurgente para ganar tiempo en la guerra. Antonio Navarro dice que eso fue lo que hizo fracasar el proceso en el Caguán.
Ahora en el primer punto de la agenda de La Habana (“desarrollo agrario integral”) las Farc pidieron “autonomía para las zonas de reserva campesinas”, casi como punto de honor, pero al final no fue tramitado y la negociación no se traumatizó por eso.

EDULFO PEÑA
Editor Político

http://www.eltiempo.com/politica/semana-clave-en-los-dialogos-de-paz-con-las-farc_12890182-4

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