Su familia la apoyó y en la institución se adelantó proceso para que fuese aceptada y respetada.
A inicios de agosto, siete meses después de que empezó el grado noveno en la institución educativa pública Manuel Dolores Mondragón, en Bolívar, Valle del Cauca, Gabriela estrenó la falda de cuadros con fondo vinotinto del uniforme del colegio que visten las alumnas.
La ocasión era especial, pues había esperado este reconocimiento de su identidad sexual en su colegio.
Esta semana ingresó con su nuevo nombre, Gabriela Espinosa, y no con el masculino que aparece en su tarjeta de identidad y en los documentos de la matrícula, cuando fue admitida en enero pasado.
A sus 17 años, Gabriela dice que se siente feliz porque ha recibido el apoyo de su familia y también de la sede central del colegio, ubicado en el casco urbano de Bolívar; de la Comisaría de Familia de esta localidad, que no supera los 20.000 habitantes, así como del área de psicología del hospital Santa Ana del municipio, que la acompañó en el proceso para explicarle a los docentes y a la comunidad educativa su proceso.
Así mismo, ha tenido el acompañamiento de la Personería municipal, e incluso cuenta con el respaldo de la alcaldesa, Luz Dey Escobar, quien le regaló el uniforme.
Estos organismos lideraron talleres de sensibilización con maestros, padres y estudiantes.
La entrada de Gabriela a la escuela con uniforme de mujer se dio unos días antes de que se generara un revuelo en el país por la posible revisión de los manuales de convivencia en los colegios, por orden de la Corte Constitucional, tras el suicidio del joven Sergio Urrego, quien se declaró víctima de matoneo y discriminación por su orientación sexual. Lea también: Verdades y mentiras en el debate sobre las cartillas en los colegios
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