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Colombia se ubica en la posición 37 de una clasificación de 81 países en vía de desarrollo cuyos niños tienen retraso de crecimiento debido a la mala alimentación. En total, el país tiene a 595.000 menores de 5 años desnutridos, lo cual, comparado con los 1’052.000 de Guatemala, da más esperanzas, aunque no es suficiente.

El panorama desolador fue revelado esta semana por Unicef en el informe “Mejorando la nutrición infantil”, en el cual también se evidencia que América Latina ha mejorado en materia de desnutrición infantil: tres cuartas partes de los menores de cinco años que padecen hambre se encuentran en el África subsahariana y en el sur de Asia, mientras América Latina es la región con la tasa más baja del mundo en desarrollo (12%).

Sobre los resultados que arrojó el estudio con respecto a Colombia, Ana María Ángel, encargada de la dirección de nutrición del ICBF, asegura: “Yo creo que Colombia no está en un nivel intermedio sino superior, porque hemos venido haciendo esfuerzos significativos por reducir la desnutrición en nuestra población. Pasamos de una tasa de 26,1% en 1990 a una de 13,2% en 2010”.

Al cuestionarla por la posición que ocupó el país en el listado de Unicef, responde que “tenemos que seguir haciendo esfuerzos”. Y reconoce que las poblaciones indígenas son las más afectadas.

El peor escenario de la región, y uno de los más preocupantes en el mundo, está en Guatemala, donde el hambre afecta a los niños más que en cualquier otro país de América Latina. Esta nación centroamericana es la quinta con la mayor tasa de desnutrición crónica del mundo en menores de cinco años y dicha condición sólo es superada por Burundi, Timor del Este, Madagascar y Níger. En éste último país, el Programa Mundial de Alimentos calcula que una bolsa de mijo —cereal ampliamente consumido en África— cuesta 41 dólares.

La pobreza es uno de los factores que llevan a la alarmante posición de Guatemala: el 20% de los más pobres son padres del 70% de los desnutridos del país; mientras que el 20% de los más ricos tiene al 14% de los menores con el mismo mal.

“La mitad de la población de Guatemala tiene un futuro comprometido, porque tiene deficiencias para aprender, para optar a mejores trabajos y por lo tanto para cerrar el círculo de la pobreza (debido a la desnutrición)”, dijo a la agencia Efe María Claudia Santizo, oficial de nutrición de Unicef en Guatemala.

En esas condiciones, señaló, “es difícil romper el ciclo de la pobreza” y combatir las causas económicas y culturales que provocan la repetición de los patrones que generan la desnutrición en el país.

Al consultar sobre la situación alarmante de Guatemala, David Elías, periodista de este país, afirma que la condición de los niños indígenas es más grave si se compara con la de los del interior. “Están condenados a la miseria desde antes de nacer”, expresa. La indiferencia de los guatemaltecos respecto al problema le preocupa aún más. “La gente atribuye la responsabilidad sólo al Estado y no hace nada al respecto”, dice, y cuenta que cuando el Gobierno lanzó la campaña “Tenemos la cifra de desnutrición más alta de América Latina. A ti, ¿te pela?”, los ciudadanos se dedicaron a criticar esta última expresión, que allí se usa popularmente para referirse a algo sin importancia, en lugar de reflexionar sobre esa dura realidad.

Al respecto, el documento presenta experiencias exitosas en cuanto a reducción de desnutrición infantil, como es el caso de Perú, país que entre 2004 y 2006 tenía una desnutrición crónica en niños menores de cinco años del 30%, pero en 2011 pasó a tener 20%.

También en Haití los resultados preliminares de varias investigaciones indican que la prevalencia de la desnutrición crónica disminuyó de un estimado del 29% en 2006 al 22% en 2012. ¿La razón? Unos meses después del terremoto que azotó al país en 2010, el gobierno elaboró el Plan Nacional de Acción para la Recuperación y Reurbanización, con el que dotó de servicios básicos a toda la población. La puesta en marcha mostró que condiciones adecuadas de salud y vivienda pueden mejorar dramáticamente el estado nutricional de los niños.

Según Anthony Lake, director ejecutivo de Unicef, “la desnutrición crónica puede eliminar oportunidades en la vida de un niño y en el desarrollo de una nación”, ya que es causante de retrasos en el desarrollo del cerebro y la capacidad cognitiva. Estudios recientes de Brasil, Guatemala, India, Filipinas y Sudáfrica además encontraron relación entre retraso del crecimiento y fracaso escolar.

Lake agrega que una serie de pasos simples y comprobados, como la mejora de la nutrición de las mujeres, la lactancia materna temprana y exclusiva, el suministro de vitaminas y minerales, así como la alimentación adecuada, son la solución.

www.elespectador.com/noticias/actualidad/vivir/articulo-416594-el-hambre-aqueja-colombia

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